
La metáfora de la hélice —sea doble, triple o cuádruple— es poderosa porque evoca movimiento, interdependencia y dirección. Eso es exactamente lo que necesita el ecosistema de innovación de cualquier país.
El concepto de Triple Hélice surgió en la década de los 90 gracias a los trabajos de Henry Etzkowitz y Loet Leydesdorff. Este modelo describe la relación dinámica entre universidad, industria y gobierno como motor de innovación: las universidades generan conocimiento, las empresas lo aplican y el gobierno provee el marco adecuado mediante políticas, financiamiento e infraestructura. La Cuádruple Hélice añade un cuarto elemento: la sociedad civil, la cultura y los medios, integrando así la voz de la ciudadanía y su participación activa.
Puebla tiene todo para despegar. Universidades de gran prestigio, un tejido industrial sólido (automotriz, textil, alimentos), una vida cultural vibrante y autoridades interesadas en el desarrollo económico. Solo falta sincronizar estas hélices para que giren en la misma dirección.
Algunas mejores prácticas que pueden detonar este movimiento son:
La Triple y Cuádruple Hélice no son teorías de escritorio: son marcos de acción. Puebla tiene los ingredientes —talento académico, industria dinámica, cultura viva y un mercado regional estratégico— para convertir conocimiento en empresas, empleo y bienestar con sentido social. Lo que falta es que todos empujemos juntos la hélice.