
El deterioro de las libertades individuales en nuestro país es notorio y preocupante para quienes tenemos consciencia de las consecuencias. Lamentablemente el pueblo mexicano tiene adormecida la inteligencia y hace mucho que sus reflejos están disminuidos por los discursos matutinos.
El sueño de la generación de liberales que en el sigo XIX luchó en contra de los conservadores por la institucionalización de una república federal, laica, con división de poderes, Estado de Derecho y juicio de amparo, ya fue destruida. Las conquistas de la Revolución de 1910 por una democracia con sufragio efectivo y derechos sociales en un marco de Garantías Constitucionales también han sido destruidas. Formalmente existen esas instituciones y esos derechos, pero en la realidad están supeditados a la voluntad del poder político.
Modificaron el sistema que mantuvo al ejército fuera de actividades políticas y administrativas reservadas durante décadas para los civiles. También pasaron los tiempos en que el Estado mexicano enfrentaba a los grupos de la delincuencia organizada para arrebatarles el control sobre territorios.
Ese es el cambio de régimen que ofreció López Obrador. Es el nuevo “establishment” que el pueblo “bueno y sabio” (Sic) nunca anticipó. Hoy en México ya no existe la división de poderes, el último baluarte era el poder judicial pero ya fue tragado, engullido por la ola populista y autoritaria de MORENA; el juicio de amparo ya no protege al pueblo de los abusos y los excesos de una autoridad; los jueces están bajo el control de un tribunal inquisitorio que responde a las instrucciones de MORENA; efectivos del ejército en activo ahora pueden participar como candidatos; las fuerzas de seguridad pública bajo el control del ejército lo que en los hechos significa que la autoridad civil es una figura decorativa porque está supeditada los mandos militares.
También es cierto que López Obrador manifestó sus intenciones de destruir las instituciones que vivificaban la república y la democracia. Aunque nunca lo dijo así -con todas sus letras-, sus discursos fueron suficientemente claros para anticipar lo que traía entre manos. Algunos denunciamos la catástrofe que vendría, pero no nos escucharon y hoy es una lamentable realidad.
Hace unos días un político de MORENA me dijo con tono de preocupación “estamos legislando como si fuésemos a gobernar toda la vida”. Esa frase reconoce que se están cometiendo errores al permitir excesos que podrían voltearse en su contra. Los legisladores del partido oficial, la presidente con “a” y los gobernadores parece que no son conscientes de las consecuencias de sus actos. Son como menores de edad en plena adolescencia vulnerado los antiguos límites que le daban viabilidad al sistema político y al orden colectivo. Su deseo de venganza los puede alcanzar a ellos y a los que están cerca de ellos, antes de lo que creen.
Me extraña que la inteligencia y los instintos de sobrevivencia de políticos como Ricardo Monreal no les permitan anticipar lo que está por ocurrir en el país ¿O creen que ellos estarán a salvo del terror que con sus reformas se está gestando?
La libertad en México está en riesgo con este nuevo régimen en el que ni siquiera la titular del Poder Ejecutivo detenta realmente el poder político. Le han abierto la puerta al ejército y al crimen organizado, fuerzas que hace mucho tiempo no disputaban el control de las instituciones del Estado.
Lo dicho, en MORENA toman decisiones como si fuesen a gobernar para siempre, sin reparar en que le están entregando el poder a las personas equivocadas.
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