Lilia Cedillo: la rectora que resistió el fuego amigo y consolidó la autonomía universitaria

Whatsapp Image 2025 10 04 At 11.15.44 2bb888c4

Mirada de Mujer, por Ángela Mercado.

Lilia Cedillo no llegó a la rectoría de la BUAP por inercia ni por acomodos políticos: llegó por mérito, por historia y por convicción académica. Su triunfo en 2021 representó más que la llegada de la primera mujer al frente de la universidad más grande del estado; fue una bocanada de aire fresco para una institución que necesitaba reconciliarse con su esencia: la de una universidad autónoma, científica, libre y profundamente humana.

Hoy, al rendir su Cuarto Informe de Labores y asumir un segundo periodo (2025-2029), Cedillo Ramírez no solo da continuidad a un proyecto académico sólido, sino que refrenda su autoridad moral en un entorno donde pocos sobreviven al desgaste del poder universitario.

La rectora que le devolvió rostro humano a la BUAP

Cuando Cedillo asumió el cargo en 2021, la BUAP arrastraba heridas: internas y externas. La pandemia había fragmentado comunidades académicas, y la confrontación política había tocado los muros de la autonomía universitaria. Pero la doctora —epidemióloga de formación y universitaria de corazón— optó por sanar en vez de confrontar.

Su gestión trajo consigo un estilo distinto: austero, cercano y sin el tono vertical que por décadas dominó en la máxima casa de estudios. Su sello fue claro: abrir la universidad a la pluralidad sin perder el rigor académico.

Durante su primer periodo, la BUAP se transformó en número y en espíritu:

  • Se crearon 49 nuevos planes de estudio y la matrícula creció 14%, alcanzando 124 mil 312 estudiantes.
  • Se consolidaron políticas de igualdad sustantiva, espacios de atención a la violencia de género y programas de bienestar emocional.
  • Se inauguró el Centro de Simulación “Dra. Matilde Montoya Lafragua”, se impulsó la gratuidad educativa en municipios marginados y se fortaleció la investigación con 973 integrantes del Sistema Nacional de Investigadores.

Y lo más importante: la universidad recuperó su autonomía, con una nueva Ley Universitaria y Estatuto Orgánico que devolvieron la conducción de la BUAP a su comunidad, no a sus padrinos políticos.

Fuego amigo y presiones externas

Pero no todo fue aplauso. Desde su llegada, Lilia Cedillo enfrentó el llamado fuego amigo: grupos internos que intentaron minar su autoridad bajo discursos de “democratización universitaria” que, en realidad, escondían viejas ambiciones de poder.

A ello se sumó la intromisión de organizaciones externas como Antorcha Campesina, que buscaron posicionar sus intereses en la estructura universitaria, especialmente en sedes regionales. Cedillo resistió con firmeza, blindando la institución con diálogo, legitimidad y resultados.

Su liderazgo no nació del control, sino del consenso; no del miedo, sino del respeto. En un entorno donde abundan los liderazgos universitarios efímeros, la rectora logró algo más valioso: credibilidad.

Segunda etapa: más allá de los números

Su reelección no fue un trámite, fue una ratificación política y moral de una comunidad que vio resultados y que, a pesar de las presiones, decidió confiar nuevamente en ella.

En esta nueva etapa, Cedillo ha anunciado una reorganización administrativa, reformas normativas y planes para reducir la deserción escolar, ampliar turnos, concretar el comedor universitario y fortalecer la vinculación con los gobiernos estatal y municipal en temas de salud, medio ambiente y tecnología.

El mensaje es claro: la BUAP no es un botín político, sino un patrimonio académico de los poblanos.

Una gobernanza por la paz

“Construir una gobernanza por la paz”, dijo Cedillo en su discurso. Y esa frase —aparentemente institucional— encierra la filosofía que la ha sostenido: escuchar, integrar y avanzar. No ha sido fácil. Gobernar la BUAP es, en muchos sentidos, gobernar una ciudad dentro de la ciudad.

Pero su estilo, marcado por la serenidad y la coherencia, ha logrado algo que pocos consiguen: reconciliar la razón con la emoción en la vida universitaria.

Lilia Cedillo inicia su segundo periodo con un legado ya asegurado: el de haber demostrado que el liderazgo académico también puede ser ético, firme y empático.
Y eso, en tiempos de polarización y oportunismo, es una rareza digna de celebrarse.

Sígueme en X como @angelamercadoo

En línea noticias 2024