
En la última década se ha visto un incremento en interés por la prosa de la poeta argentina Alejandra Pizarnik. Conocida principalmente por su obra poética y su temprana decisión de acabar con su vida, poco se reconoce a los textos prosaicos y ensayos escritos por la misma. La carrera artística de Pizarnik abarcó obras de teatro, reportajes, artículos, y pequeños cuentos enfocados en una escena o imagen que hablan de temáticas mucho más complejas que lo que se encuentra a simple vista.
El estilo de la prosa de Pizarnik difiere de su poesía en el aspecto lingüístico y de tono; Pizarnik presenta preguntas retóricas por medio de un lenguaje dirigido hacia el lector, donde se cuestiona y a veces reprimenda a la audiencia del texto. Quiero prestar especial atención a “Los Muertos y la Lluvia”; un cuento introspectivo y con una mirada interiorizada con relación al duelo como consecuencia de la muerte de un ser querido. El cuento comienza con una cita de la obra Un Cuento de Invierno de William Shakespeare, que Pizarnik cita escribiendo “ Había un hombre que vivía cerca de un cementerio”. Tras este pequeño prólogo, Pizarnik comienza su cuento con las mismas líneas “Había un hombre que vivía junto a un cementerio y nadie preguntaba por qué”. Al alterar ligeramente la línea de Shakespeare expandiendo el significado de esta, Pizarnik crea su propia narrativa a partir de esta imagen: la de un hombre que se caracteriza principalmente, por vivir cerca de un cementerio. Pizarnik explora en las primeras líneas la incongruencia del por qué se cuestionaría la razón detrás de vivir cerca de un cementerio, cuando a la gente que vive lejos de los cementerios no se les cuestiona por qué viven lejos de uno de estos. De esta manera, Pizarnik juega con la intertextualidad de una forma innovadora; en la cuál, no referencia la obra de Shakespeare en ningún momento durante la pieza, no hay imágenes de traición, de mentiras o de amoríos; sin embargo, hay la imagen de un hombre desconocido, probablemente imaginario, que le brinda consuelo a la voz del poema tras haber enterrado a su propio padre. En el poema, la voz le adjudica la identidad del “hombre que vivía cerca de un cementerio” a esta figura. La figura de un extraño perfecto por medio del cuál se puede personalizar y entender el duelo.
El texto termina con la voz explicando la comunión que existe entre los cementerios y la lluvia; entre la vida y la muerte y las ideas de la resurrección de los muertos siendo posible únicamente bajo la lluvia. Este texto de Pizarnik no solamente demuestra su habilidad como escritora multifacética, sino también, un interesante uso de la intertextualidad con una de las obras más dramáticas e intensas escritas por Shakespeare, convertida en simplemente una abstracción por medio del lenguaje. La creación del símbolo del “hombre que vivía cerca de un cementerio” se vuelve una imagen que vive y respira en la prosa de Pizarnik, sin estar atada a las nociones Shakespearianas.
“Si hubiera una casita vacía junto al cementerio, si pudiera ser mía. Y tomar posesión de ella como de un barco y mirar por un catalejo la tumba de mi padre bajo la lluvia, porque la única comunión con los muertos sucede bajo la lluvia, cuando retornan los muertos y algunos vivientes cuentan cuentos de espíritus, de espectros, de aparecidos”. (Pizarnik 44).
Bibliografía:
Pizarnik, Alejandra. Prosa Completa. Lumen. 2018.