La depresión tropical Milton se convirtió este sábado en tormenta tropical y podría alcanzar la categoría de huracán e impactar en la costa oeste de Florida la semana que viene, según informó este sábado el Centro Nacional de Huracanes de Miami.
“Se pronostica que se fortalecerá y traerá el riesgo de impactos poniendo en peligro la vida en partes de la costa oeste de Florida la próxima semana”, apuntó en un reporte publicado este sábado.
Se estima que los vientos máximos sostenidos serán de 40 mph (65 km/h) con ráfagas más fuertes y, según los últimos datos, actualmente se encuentra en el Golfo de México a 355 kilómetros al noreste de Veravruz (México) y 590 kilómetros al noroeste de Progreso (México).
Según el Servicio Meteorológico Nacional (NWS, en inglés), se pronostica que “se intensificará rápidamente mientras se mueve hacia el este a noreste a través del Golfo de México y estará en o cerca de la fuerza de huracán mayor cuando alcance la costa oeste de la Península de Florida a mediados de la semana”.
El NWS indicó por tanto que hay “un riesgo creciente de impactos de marejada ciclónica y viento que amenazan la vida para porciones de la costa oeste de la Península de Florida a partir del martes o el miércoles”.
“Los residentes en estas áreas deben asegurarse de que tienen su plan de huracanes en su lugar, siga cualquier consejo dado por los funcionarios locales, y vuelva a verificar para obtener actualizaciones del pronóstico”, apuntó a través de X.
Para el domingo y lunes se esperan fuertes lluvias en Florida y hay riesgo de inundaciones repentinas.
Florida es uno de los estados más afectados por el huracán Helene, que dejó la semana pasada al menos 215 muertos y centenares de desaparecidos, tras alcanzar la categoría 4.
Este huracán que entró por el noroeste de Florida la noche del pasado 26 de setiembre dejó centenares de caminos intransitables, puentes destruidos, poblados inundados y más de 700.000 viviendas aún sin energía, en especial en Carolina del Norte, donde los muertos superan el centenar.
Ya se ha convertido en el más mortífero en Estados Unidos desde el Katrina, que en 2005 dejó más de 1.800 muertos.