
El director y fundador de la ONG española Proactiva Open Arms, Oscar Camps, cuya misión de salvamento de migrantes en el mar Mediterráneo cumple una década este 2025, destaca su satisfacción por haber “transformado la vida de más de 72.000 personas que ahora tienen un futuro”.
En una entrevista concedida a EFE a bordo del barco ‘Astral’, atracado en el puerto de Badalona (Barcelonam noreste de España)), donde la ONG tiene su sede en tierra, el promotor de este proyecto solidario reivindica la necesidad de “seguir” lanzándose y sumar rescates “a pesar de todo”.
Todo empezó, recuerda, en 2015 con “la foto de Aylan”, el niño sirio cuyo pequeño cuerpo inerte y boca abajo en la orilla de una playa turca dio la vuelta al mundo, y que le impactó “muchísimo”.
Él, socorrista y empresario decidió cambiar su plan de comprarse un velero por invertir esos recursos en viajar a Lesbos (Grecia) junto Gerard Canals y hacer lo que estuviera en su mano para ayudar a los que perdían su vida en el mar.
“La foto de Aylan debería haber sido la última pero cada día muere un niño en el Mediterráneo. Imagínate si no estuviéramos allí y no lo contáramos”, afirma Camps, en cuyo celular se amontonan más de 120 grupos de ‘whatsapp’, uno por misión, llenos de recuerdos agridulces, de vidas salvadas y voluntarios que también vivieron un antes y después de aquella experiencia.
“Me llegan al teléfono fotos de niños que rescatamos siendo bebés y que ahora tienen 7 u 8 años. La verdad que es algo que te da tanta fuerza… Porque tú has visto a ese bebé en esa patera (embarcación precaria) y te das cuenta de que todo ha valido la pena. El esfuerzo, las persecuciones, todo”, explica.
Al fin y al cabo, añade, “lo más grande que puede hacer una persona es salvarle la vida a otro ser humano”.
Echando la vista atrás en estos diez años de lucha por los derechos humanos, Camps lamenta la persecución y criminalización crecientes de su actividad con la llegada de la extrema derecha al gobierno italiano y los acuerdos de Bruselas con países terceros como Libia o Turquía para “externalizar el trabajo sucio” de la inmigración.
“Pasamos de ser reconocidos y premiados al principio a ser perseguidos”, lamenta Camps, quien sin embargo deja claro que pese a los cambios en el escenario político europeo y mundial, Open Arms seguirá haciendo lo mismo “porque es lo que hay que hacer”.
Aún apenado porque “esté calando el mensaje” de que los inmigrantes “invaden” Europa y por el ascenso de la extrema derecha, rechaza las ideas derrotistas y se muestra convencido de que la empatía es más fuerte que el odio y llama a la movilización y a alzar la voz por los derechos humanos.
“Las redes sociales se han convertido en un pozo de odio. El odio hace mucho ruido y la empatía es más silenciosa”. Por eso Camps añade que “es hora de dejar de ser silenciosos y combatir esos discursos de rabia de la xenofobia y el racismo”.
“La humanidad del ser humano está por encima de las siglas (políticas)”, deja claro el “capitán” de Proactiva Open Arms, convencido de que incluso los votantes de extrema derecha llegado el caso no serían capaces de no ayudar a alguien que se ahoga en el mar.
El activista muestra su esperanza en la movilización de la sociedad civil y los efectos de presión que ejerce en la acción política, “como se ha visto con las protestas en la Vuelta Ciclista (en España) o con la flotilla a Gaza, que ha conseguido la protección del ejército por la fuerza de la presión social, valora.
Sobre ese viaje solidario de la flotilla, confía en que vuelvan a casa sanos y salvos.
En la arena internacional, Camps sigue clamando por que la Unión Europea deje de financiar a terceros países para que detengan la llegada de migrantes al continente y pide mayor trabajo de cooperación en origen para crear lugares seguros.
“Tenemos que mirar más allá del Mediterráneo” pues, de lo contrario, vaticina, “la gente seguirá huyendo”.