
En Puebla tenemos memoria. Y esa memoria, aunque a veces selectiva, recuerda muy bien lo que significó San José Chiapa: la gran promesa de modernidad, el polo automotriz que el finado Rafael Moreno Valle vendió como la joya de la corona, con Pablo Rodríguez Regordosa como operador de cabecera.
El resultado lo sabemos: un elefante blanco, un parque industrial que nunca cumplió con el desarrollo prometido y que terminó manchado por señalamientos de presuntos fraudes y compras irregulares de terrenos. La historia quedó ahí, como advertencia: los polos de desarrollo también pueden fracasar estrepitosamente cuando se usan más para negocios personales que para un proyecto de Estado.
Hoy, frente a nosotros, se abre un nuevo capítulo con la firma del Polo de Desarrollo Económico para el Bienestar “Capital de la Tecnología y la Sostenibilidad”, encabezada por el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, y el gobernador Alejandro Armenta. Se habla de 400 hectáreas destinadas a electromovilidad, semiconductores y energías limpias. Se promete certeza jurídica para empresarios, estímulos fiscales, talento especializado desde el CERHAN y proyectos emblemáticos como el autobús eléctrico Taruk, diseñado en México. Todo esto, alineado a la estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum, que insiste en soberanía tecnológica y desarrollo inclusivo.
El momento no es menor: la economía mexicana está mejor posicionada que en los noventa, cuando el TLCAN nos convirtió en maquiladores de bajo costo dependientes de Estados Unidos. Hoy, con el T-MEC, enfrentamos los amagues arancelarios de Trump que amenazan con gravar con un 25% o hasta un 50% el acero, el aluminio y las exportaciones fuera de sus condiciones.
México logró salvar 839 mil millones de dólares de comercio bilateral y aun así, en el primer trimestre de 2025, las exportaciones crecieron 4% y sumaron 149 mil millones de dólares, con un superávit de 1,097 millones. La dependencia sigue siendo alta -84% de nuestras exportaciones no petroleras van a EE.UU.-, pero por primera vez el país apuesta a no ser solo un eslabón barato, sino un generador de tecnología propia.
Puebla, entre la desconfianza y la oportunidad
Es imposible no preguntarse: ¿será este polo otro espejismo como San José Chiapa o, por fin, el parteaguas que necesita Puebla?
La duda es legítima: conocemos de sobra lo que ocurre cuando se eligen mal a las personas que administran estos proyectos. Pero también hay motivos para confiar: las condiciones macroeconómicas globales son propicias, la electromovilidad y los semiconductores son áreas estratégicas que Estados Unidos demanda, y Puebla cuenta con ventajas reales, como la Casa de Diseño Kutsari y un mercado laboral que puede formarse a nivel especializado.
La presencia de Marcelo Ebrard y Alejandro Armenta, junto con la política económica de Claudia Sheinbaum, da señales de que no se trata solo de discursos vacíos. El reto será que los beneficios lleguen de verdad a los poblanos, que no se quede en promesas, y que por favor! ningún nuevo “Regordosa” aparezca para contaminar el proyecto con negocios particulares.
No se trata de repetir historias, sino de aprender de ellas. Y quizá, solo quizá, este sea el inicio de un polo que deje de ser elefante y se convierta en un gran motor.
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