
En tiempos de crisis climática, Panamá abrió al público este viernes una muestra en la que expone lo más representativo del diseño sostenible hecho en el país centroamericano, una selección intercultural en la que algunas obras aspiran a recuperar una conexión profunda con la naturaleza.
La exposición ‘Hecho con Panamá’ reúne en el Centro Cultural de España a 18 artistas del campo de la arquitectura, del diseño de objeto utilitario o de mobiliario que desarrollan su labor en el país, algunos de ellos diseñadores locales con influencias de otras culturas, otros extranjeros que se han asentado en territorio panameño, unidos por una visión de sostenibilidad en su obra.
“El diseño también tiene un rol en tiempos donde está la crisis climática, donde hay también tantos temas de extractivismo, un poquito poner esa postura del diseño no solo desde la parte estética y funcional, sino también sus contribuciones, y de ahí surge la exposición ‘Hecho con Panamá'”, explicó a EFE el curador de la muestra, el arquitecto venezolano Eduardo Izaguirre.
Con diez años de experiencia en el país canalero, Izaguirre explica que el título de la exposición busca también un juego de palabras para subrayar que no solo se refieren al diseño local, sino que existen “elementos que hablan de lo intercultural. Los participantes no todos son panameños, sino también muchos extranjeros que han conseguido suelo fértil en Panamá para desarrollar sus proyectos de diseño”.
Entre los nueve diseñadores de objeto utilitario, por ejemplo, “hay un manejo no solo de respeto medioambiental, sino también soluciones a muchas de las problemáticas existentes que tienen que ver con el manejo de basura, con el reciclaje”, explica, algo que se muestra en el caso de la pareja creativa Priscilla Law y Adrien Martinon, de ‘Palitos en Mano’, que utilizan maderas de puertas descartadas del Casco Antiguo o sobrantes de talleres de ebanistería para desarrollar palitos chinos, conectando la tradición chino-panameña.
O el caso de una familia con una empresa apícola en el occidente de Panamá, que bajo su proyecto ‘Luz Primitiva’ recicla los residuos de la extracción de miel, creando bajo un proceso artesanal con la cera de las abejas diferentes tipos de velas.
Luego, en el diseño de mobiliario, hay propuestas en las que se trabaja con plástico reciclado, metal y madera.
En el caso de la diseñadora panameña Sofía Alvarado, su obra expuesta forma parte de la colección Tropical Depression, muy vinculada a Panamá, en la que tiene “mobiliario que habla acerca del cambio de materialidad y tonos en el Trópico, una metáfora hacia la marchitación de las plantas traducida al mobiliario”, según explicó a EFE desde Bruselas, donde está también participando en la exhibición internacional ‘Collectible Fair’.
Se trata de una artista con formación arquitectónica, por lo que su trabajo si bien tiene “mucha geometría y habla acerca de arquitectura, contiene un fuerte aspecto emocional”, a lo que se suma un carácter artesanal con una tendencia al uso del metal, aunque también emplea otros materiales como la madera, como en el caso de la mesa que expone de ‘dragon wood’.
“Para mí es muy importante, si bien la sostenibilidad ecológica y demás, también la sostenibilidad humana, (…) Mi historia es muy sensitiva y me gusta conectar con las personas, creo que eso es importante en la obra, eso lo caracteriza. Al final el resultado es una pieza de diseño que tiene vida y se siente esa vida. Es un objeto, escultórico o funcional si es un mueble, que adquiere una potencia por esa artesanía y también por ese carácter humanamente sostenible”, afirma Alvarado sobre su obra.
En la muestra se hace una mención especial al arquitecto estadounidense-panameño Patrick Dillon, nacido en 1952 en el pueblo de Gamboa, situado en la antigua Zona del Canal controlada entonces por Estados Unidos, hasta que Panamá recuperó la soberanía sobre ese territorio el 31 de diciembre de 1999.
Haber nacido en la ribera del Canal, en un lugar de frondosa vegetación tropical con viviendas hechas “para perdurar” y construidas “antes de que existiera el aire acondicionado en Panamá”, con ventanas abiertas dejando pasar la prisa, observar el paso de los barcos, “viviendo el momento”, influyó mucho en el tipo de arquitectura que luego desarrolló, según explicó Dillon a EFE, no sin antes haberse empapado durante 15 años del mundo con su trabajo en España (en el taller de Ricardo Bofill), Francia, Argelia o Sudáfrica.
Una trayectoria en la que, como describen desde la exposición, se da “la búsqueda y el logro de una arquitectura sostenible que emplea sistemas pasivos de acondicionamiento ambiental, bajo consumo energético, reciclaje”, tratando de “reducir al mínimo el impacto en el entorno natural donde se encuentren”.
Entre los ejemplos de sus obras arquitectónicas expuestas en la muestra, con maquetas o fotografías, está un centro para descubrir la selva tropical, con su icónica torre de observación de 32 metros de altura, o la Casa Salo, situada en las costas del Pacífico panameño, en un lugar que descubrió un día mientras surfeaba.
Quería que sus “paredes fueran el horizonte”, dice, pero la naturaleza fue poco a poco moldeando la construcción, haciendo que se adaptase, instalando algunas paredes que se movían de manera armoniosa cuando hacía viento o llovía, pero siempre manteniendo “esa conexión profunda con la naturaleza, con todo, en todos los momentos”, con refrigeración ambiental sin necesidad de aire acondicionado.
“Mi hermano, que también es arquitecto, hizo una observación que comparto al 100%, y es que con la introducción del aire acondicionado nos transformamos de ser partícipes con la naturaleza a ser observadores de la naturaleza.(…) Una separación total entre el usuario, el ser humano, y el entorno. Y siempre he intentado en mi arquitectura volver a establecer una conexión entre el interior y el exterior (…) Son lugares fantásticos, naturales en donde sí podemos vivir conectados con el entorno y con el paso del tiempo”, resumió.