El Monte Fuji, reconocido mundialmente por su cumbre nevada, se enfrenta a un evento climático inusual, la ausencia de nieve, un fenómeno que no se registraba desde hace 130 años.
Este cambio drástico ha generado considerable alarma y ha sido ampliamente documentado y discutido en redes sociales y medios internacionales.
Las fotografías actuales del monte contrastan con las imágenes históricas de su cima cubierta de blanco, destacando así los impactos visibles del cambio climático.
La Oficina Meteorológica Local de Kofu, que lleva registros desde 1894, aún no ha anunciado la primera nevada del año en el Monte Fuji.
Tradicionalmente, este evento se registra a principios de noviembre, pero este año la nieve ha brillado por su ausencia.
Shinichi Yanagi, un destacado meteorólogo japonés, ha confirmado que la ausencia de nieve hasta el 29 de octubre ha superado el récord anterior del 26 de octubre, establecido en los años 1955 y 2016.
Estos cambios apuntan a una temporada otoñal inusualmente cálida, un fenómeno que refleja un patrón más amplio de temperaturas anómalas durante el año.
De hecho, se espera que 2024 sea el año más caluroso en Japón desde que comenzaron los registros en 1898.
Este aumento sostenido de las temperaturas se ha evidenciado en reportes de más de 74 ciudades japonesas que experimentaron temperaturas superiores a 30 grados Celsius durante la primera semana de octubre, según datos de Climate Central.
Este calor inusitado durante el otoño es una clara señal de los desafíos que el cambio climático está imponiendo a los patrones estacionales tradicionales.
El aumento en las temperaturas globales y la ausencia de nieve en el Monte Fuji están intrínsecamente relacionados con varios factores climáticos.
El Niño, conocido por causar un incremento temporal en las temperaturas globales, ha sido particularmente fuerte este año.
Además, la quema continuada de combustibles fósiles ha incrementado los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, exacerbando el efecto invernadero y contribuyendo al calentamiento global.
Estos factores combinados han resultado en un retraso significativo en el inicio de la temporada de nieve y un acortamiento de los períodos fríos, alterando así los ciclos naturales que han sido consistentes durante más de un siglo.
Expertos de Climate Central han destacado que los eventos climáticos extremos como el calor observado en Japón este octubre fueron tres veces más probables debido a la crisis climática global.
Este patrón de aumento de temperaturas no es un fenómeno aislado; a nivel mundial, el año 2024 se perfila como uno de los más calurosos registrados, con récords de temperaturas máximas siendo superados en varias partes del mundo.
La situación actual del Monte Fuji sirve como un claro indicativo de los cambios rápidos y severos en el clima global.
Los científicos advierten que este tipo de eventos climáticos extremos, incluyendo veranos más calurosos y la reducción de períodos fríos, se volverán más frecuentes y severos a menos que se tomen medidas significativas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar la resiliencia frente al cambio climático.
El Monte Fuji es la montaña más alta de Japón, alcanzando una altitud de 3,776 metros.
Es un volcán activo, aunque su última erupción ocurrió en 1707-1708. Situado en la isla de Honshu, cerca de la costa del Pacífico y al suroeste de Tokio, el Fuji es un símbolo icónico de Japón y una importante atracción turística.
Además, es conocido por su forma cónica casi perfecta, que es el resultado de capas de lava endurecida y ceniza volcánica que se han acumulado durante las erupciones sucesivas a lo largo de los siglos.
Está rodeado por cinco lagos, conocidos colectivamente como los Cinco Lagos del Fuji, y es parte del Parque Nacional Fuji-Hakone-Izu.
Además de ser un emblema natural y cultural de Japón, el Monte Fuji ha sido objeto de reverencia en el arte y la religión.
Crédito: Dinero en Imagen