De entrada, diría que el resumen es el siguiente: Claudia Sheinbaum no perdió tan contundentemente como se pronosticaba, y Xóchitl Gálvez no ganó tan contundentemente como se esperaba.
Aunque la nota de color la quiso poner el candidato de MC con su sonrisa congelada y su intento de comunicar con un lenguaje de señas que dice que aprendió en una semana, la verdad es que la nota de color la puso Xóchitl Gálvez al llegar en bicicleta a la sede del debate y al poner el escudo de la bandera invertido.
Me parece que las preguntas que hicieron llegar ciudadanas y ciudadanos al INE fueron muy buenas, que los moderadores cumplieron con creces su función y que la logística de cámaras, sonido y cronómetros estuvieron fatales.
Durante el debate, la candidata de la coalición “Juntos haremos historia”, demostró cinco cosas importantes:
Que la prepararon muy bien para autocontrolarse y no salirse del guion
Que no tiene acento tabasqueño como le hemos escuchado en algunos mítines.
Que habla de corridito y no como su mentor, el que trabaja de presidente, todo en pausas.
Que sabe mentir sin inmutarse, con datos duros que no corresponden a la realidad actual.
Que no defendió al gobierno de López Obrador, ni a los hijos de López Obrador cuando se le cuestionó sobre la corrupción exhibida.
Cabe destacar que, sobre la última cuestión, días después ha sido notorio que provocó la ira del residente de Palacio Nacional, porque su candidata, a la que impulsó, puso e impuso, no defendió las políticas públicas que desde su gobierno se instrumentan, y aún menos defendió a sus hijos, acusados de corrupción y tráfico de influencias, limitándose a contestar que se presentaran las denuncias correspondientes, si es que se tienen pruebas.
Por su parte, a la candidata de la coalición “Fuerza y Corazón X México”, se le notó incomoda con su vestimenta, se percibió que se preparó y la prepararon, para utilizar más tarjetas con datos duros que posiciones naturales, lo que hizo que se equivocara o dudara en algunas ocasiones, y que no la dejaron ser ella misma, ni comportarse como se ha comportado en su actuar diario, durante la precampaña y lo que va de la campaña.
Se esperaba de ella una constante exhibición y denuncia de los temas sin resolver que tiene este gobierno y la presentación de pruebas que demostrara la responsabilidad de la candidata Claudia Sheinbaum en asuntos como el colapso en la línea 12 del metro, el derrumbe del colegio Rébsamen o la opacidad y corrupción cuando estaba a cargo del gobierno en la CDMX.
Se puede afirmar categóricamente que no se puede dar como ganadora del debate a quien hizo de la mentira su defensa, de la no respuesta su barrera protectora y del endeble señalamiento de corrupción a su contrincante, sin presentar una sola prueba. Resalta mucho la capacidad de mentir sin asomo de decoro, decencia o respeto de la doctora Sheinbaum, sobre temas que todo el país conoce y de los que existen suficientes pruebas y muestras.
Seguramente saldrán más cifras, datos, denuncias y pruebas. Esperemos el segundo debate, y ya entonces se podrá decir quién es la ganadora de los debates. Y no hay duda de que será “la”, porque “el” realmente es una caricatura.