Ser artesanos de paz en la empresa

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En un país y en un mundo donde la polarización y la violencia parecen crecer cada día, hablar de paz no puede quedarse solo en el discurso político, religioso o académico. La paz se construye en lo cotidiano: en las calles, en los hogares… y también en nuestras empresas.

Los emprendedores tenemos una gran responsabilidad: nuestras compañías no solo generan empleo y riqueza, también son espacios donde se moldea la cultura. Podemos elegir si queremos que esa cultura sea de competencia destructiva y desgaste o si queremos ser artesanos de paz, creando ambientes donde las personas crezcan, se respeten y colaboren.

Un artesano trabaja con cuidado, paciencia y visión de largo plazo. Así deberíamos pensar la paz organizacional: no se logra con declaraciones grandilocuentes, sino con prácticas constantes que construyen relaciones sanas y productivas.

Consejos para ser artesanos de paz en la empresa

  • Cuidar la dignidad de las personas: Reconocer la dignidad de cada colaborador, sin importar su puesto, genera confianza y pertenencia.
  • Gestionar los conflictos de manera constructiva: El conflicto no es negativo; lo dañino es ignorarlo o escalarlo. Escuchar, dialogar y buscar soluciones ganar-ganar convierte las diferencias en oportunidades.
  • Promover una comunicación abierta y empática: Callar problemas crea tensiones. Hablarlos con empatía abre puertas a la comprensión y fortalece la cohesión del equipo.
  • Impulsar la justicia organizacional: Procesos claros de reconocimiento, promoción y evaluación reducen favoritismos y generan confianza. La paz se sustenta en la justicia.
  • Fomentar la solidaridad y el servicio: Involucrar a los equipos en causas sociales o comunitarias despierta propósito y sentido de trascendencia.
  • Crear espacios de bienestar integral: Cuidar la salud mental, física y emocional de los colaboradores fortalece la armonía y eleva la productividad.

Cuando una organización se convierte en un taller de paz, ese espíritu trasciende sus muros. Cada colaborador lleva esas actitudes a su familia, a su colonia y a la sociedad. Así, la empresa se convierte en semilla de reconciliación comunitaria.

Hoy más que nunca necesitamos líderes y emprendedores que entiendan que la paz no es un lujo, sino la base de la prosperidad. Ser artesanos de paz en nuestras empresas es, quizá, el mayor aporte que podemos dar a nuestro país. Porque un negocio que siembra paz, siempre cosechará esperanza.

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