¿El arte imita a la realidad o la realidad imita al arte?
Muchas veces me pregunto eso cuando veo historias que se sienten muy reales o cercanas, que nos llevan a ver desde fuera situaciones que nos han sido familiares; ya sean aventuras, sufrimientos o secretos, la idea de que nuestra historia de vida no es la única así y que puede ser más común de lo que creemos nos hace sentir menos solos o ajenos, más cuando se trata de algo doloroso o difícil de llevar.
La siguiente película me hizo pensar un poco al respecto y es que, desde hace unas semanas se encuentra disponible en cartelera la cinta mexicana “Straight”, protagonizada por Alejandro Speitzer y Franco Masini, misma que en un muy muy breve relato cuestiona como muchas veces vivimos para complacer y para llenar el ojo ajeno más que darnos plenitud a nosotros mismos.
Situada en la actual CDMX, “Straight” nos narra un poco de la vida de Roberto, un exitoso joven banquero en sus treintas que está en el mejor punto de su carrera y vida personal; con un gran departamento y una relación envidiable de más de seis años con su novia Elia. Pero, Roberto poco a poco se enfrentará la idea de que quizá lo que él en verdad quiere puede (a sus ojos) destrozar a todos su alrededor y romper con el sueño perfecto en el que vive; por ejemplo, si descubren que además de su relación con Elia, está viendo también a Cris, un joven universitario que le ha hecho descubrir y experimentar la sexualidad que toda su vida ha negado.
Esta cinta basada en un libro y a su vez siendo una adaptación al cine de la obra de teatro que el mexicano Manolo Caro montara por allá del 2016, hace una sencilla reflexión sobre las relaciones humanas; la identidad y la libertad sexual en un mundo que aun en nuestros días se sostiene de varios tabúes que atan a muchos de sus habitantes. Si les soy sincero, realmente la historia no es nada novedosa ni representa un paso más o descubrimiento del hilo negro de nuestra sociedad (mucho menos para los más jóvenes, quienes además ya tienen varios referentes en la cultura popular moderna que les dan un poco de identidad en cuestiones de pareja y relaciones amorosas en la adolescencia). Pero, para aquellos adultos, hombres y mujeres en sus treintas y cuarentas que les ha tocado lidiar todavía con la poca tolerancia familiar y social, con el miedo a ser quien son en público, esta película puede ser un referente de que en verdad no están solos; porque no es lo mismo tener unos 16 años en el 2024 sabiendo que la sociedad es cada día más tolerante a ser alguien de mucha más edad. Y, sobre todo, sin tener un contexto tan amplio o vivido en carne propia de la tortura que muchas personas vivieron en los 80s y 90s por su sexualidad, como durante todo el caos y el pánico que la aparición del VIH Sida trajo consigo, terror a ser visto y juzgado solo por su preferencia sexual. Por eso está “sencilla, tibia, quizá insulsa historia de amor, deseo y autodescubrimiento” puede ser una muestra más para muchos de que aun hay personas que siguen luchando contra sus propios demonios día a día, contra las aterradoras sombras que la familia, los compañeros, el medio inmediato proyecta en su cabeza y que aún se sienten atados con esas cadenas invisibles que les hacen prisioneros de sus miedos.
Straight no es una película que necesiten ver todos, ni que les va a enseñar nada nuevo a quienes si deban verla, solo un poco de consuelo y compañía para aquellos que aún no han visto representada su vida en alguna narración y bajo nuestra cultura; sea nuestra posición la del que se oculta de si mismo, la de la pareja que vive engañada o la del tercero en discordia que cree que tiene una oportunidad de ser feliz con quien a simple vista se puede determinar que no sabe ser feliz ni con él mismo.
Si algo de lo que se plantea en este trabajo cinematográfico les resulta interesante o si ya tenían la cosquillita por verla, sepan que sin ser para nada el mejor proyecto en cuestión de discurso y problemática, resulta un trabajo decentemente ejecutado en actuación, narrativa y puesta en escena; y si son fans de los protagonistas tampoco se van arrepentir; pero si no es así, pueden esperar al streaming, de cualquier manera, en gustos se rompen géneros, preferencias e identidades.
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