Por: Paul Cabrera
Cada mayo 3, la tradición mexicana se llena de alegría con la celebración del Día de la Santa Cruz, una festividad que combina raíces culturales y religiosas. De acuerdo con la historia, en este día se celebra el hallazgo de la Santa Cruz por parte de la emperatriz Helena en el año 326 d.C., un acontecimiento que fue significativo para la historia del cristianismo.
Según la leyenda, Helena, la madre del emperador Constantino, realizó un viaje a Jerusalén con el objetivo de encontrar la cruz en la que Jesucristo fue crucificado. Tras excavaciones en el Monte del Gólgota, encontró tres cruces, y para discernir cuál era la verdadera, utilizó el milagro como criterio: Al contacto con la tercera cruz, la mujer enferma fue sanada, mientras que no ocurrió nada al tocar las dos primeras.
El descubrimiento confirmó la autenticidad de la cruz de Cristo y dio lugar a la festividad que se celebra en la actualidad. La Cruz se convirtió en un símbolo no solo de fe, sino también de esperanza y resguardo. En México, los albañiles de la construcción suelen colocar cruces adornadas en las obras como un acto de devoción y para asegurar protección divina en su labor, por lo que este día ha adquirido un significado especial para ellos.
El origen de la conexión entre el Día de la Santa Cruz y los albañiles se remonta a la época del ilustre Fray Pedro de Gante, fundador de la primera escuela en México, quien instituyó esta tradición entre los trabajadores de la construcción. En la actualidad, los albañiles conmemoran su día con devoción y agradecimiento, asistiendo a misas en honor a la Santa Cruz y compartiendo comidas pagadas por los empleadores como reconocimiento por su arduo trabajo y dedicación.