“El Tapiz Amarillo” de Charlotte Perkins Gilman

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            El cuento “El Tapiz Amarillo” de la autora norteamericana Charlotte Perkins Gilman es reconocido como una de las obras literarias de finales del siglo 19 más relevantes en la discusión sobre la relación entre la psiquiatría y las mujeres. En especial, con un enfoque crítico hacia la indiferencia demostrada por parte de la medicina tradicional de la época hacia los síntomas de malestar físico o psicológico de las amas de casa y mujeres en general.

            Publicado originalmente en 1892, el cuento fue inspirado por la propia experiencia de Gilman con su neurólogo, el renombrado S. Weir Mitchell. Gilman acudió a este a causa de una depresión profunda, detallándole en cartas sus síntomas, pensamientos y emociones, a lo que Mitchell respondió silenciando las explicaciones de Gilman y adjudicando su necesidad de tratar de entender su condición como vanidad. Como tratamiento, le recetó la “cura del descanso”: un tratamiento que ganaba tracción a finales de los 1800s para lidiar con histeria, melancolía y manía, que consistía en mantener reposo continuo, sin interacción social, en un ambiente no familiar, sin ninguna actividad física o de ocio, y con comidas con alta proteína para curar “el centro del cuerpo”. La “cura del descanso” fue un fenómeno que afectó principalmente mujeres en situaciones domésticas, en especial cuando había un esposo de promedio para financiarlo, e hijos para incentivarlo.

            A consecuencia de este fútil tratamiento, Gilman escribe “El Tapiz Amarillo”: una historia narrada en forma epistolar desde la perspectiva de una mujer sin nombre, a quién su esposo le ha recetado “la cura del descanso” en una antigua y abandonada casa en la cuál están pasando el verano junto con su hijo recién nacido. La protagonista se refiere a su esposo como alguien todo poderoso e inteligente: ya que este es un doctor que supuestamente está intentando sanarla. Sin embargo, conforme la “cura del descanso” avanza, la protagonista comienza a cuestionarse los motivos de su marido, en especial al haber sido designada una habitación decrépita en la casa con un papel tapiz amarillo que le causa malestar, el papel tapiz tiene algo extraño dentro de si, y la narradora comienza a tener visiones de mujeres atrapadas detrás de la pared, que en las noches intentan escapar.

            A pesar de ser una historia corta, “El Tapiz Amarillo” ha abierto innumerables puertas para discusiones feministas con relación a el maltrato histórico por parte de los profesionales médicos hacia las mujeres, tanto en el ámbito de la salud física como la salud mental. En la historia, el esposo de la protagonista la transforma metafóricamente en una niña, un ser dependiente que hace berrinche porque quiere salir pero simplemente está demasiado “enferma”. Al final de la historia Gilman crea una idea abierta sobre la enfermedad, la paranoia y la depresión, y deja que el lector concluya si la enfermedad es real, o si simplemente es una consecuencia de ser esposa, madre y ama de casa. Esta historia cuenta con una muy buena traducción por Margo Glantz con el mismo nombre publicada en 2002.

Bibliografía:

Gilman, Charlotte Perkins “The Yellow Wall-Paper”. Penguin Classics. 1892.

*Traducción al Español: El Tapiz Amarillo / The Yellow Wallpaper. Siglo XXI Editores, traducción de Margo Glantz. 2002.

“John no sabe cuánto sufro. El sabe que no hay razón para mi sufrimiento y eso le da satisfacción” (Gilman 92)

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