Procesión de Viernes Santo

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A las 15:30 horas, la procesión concluyó en la Catedral con una reflexión final por parte del arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, quien encabezó su última marcha de fe, luego de 16 años en el cargo, pues, al cumplir 75 años el 21 de mayo, de acuerdo con el canon 401 del Código de Derecho Canónico (Codex luris Canonici) deberá presentar su renuncia, conservando el título de Obispo dimisionario de su diócesis.

En su primer mensaje en el marco de la 33 Procesión del Viernes Santo, el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, reconoció la piedad de las y los hermanos que en las calles que integraron la procesión en las calles del Centro Histórico para ver a las imágenes de su devoción.

“La Iglesia nos convoca para celebrar las fiestas más hermosas, la de la Pascua, que inició con el domingo de Ramos, la misa Crismal el Martes Santo, el lavatorio y la misa de la Cena del Señor, la celebración, cruz, pasión y muerte de Jesucristo”, repasó.

“Siguiendo a Cristo en torno a nuestro pastor”, la manifestación pública de fe por devotos, cofrades y feligreses se desarrolló por más de tres horas, donde los asistentes, a la salida de las imágenes, en lugar de confeti arrojaron en algunos casos pétalos de rosa, cuyo aroma se asocia con la presencia divina, la protección de ángeles y una conexión con la Virgen María, además de una señal de pureza, espiritualidad y la cercanía de lo sagrado.

En la edición XXXIII de la Procesión de Viernes Santo (aunque su antecedente data del siglo XVI), participaron siete imágenes, con una asistencia estimada de más de 160 mil personas, lo que la convierte en la más importante en Latinoamérica, ya que no sólo asisten feligreses a nivel local, sino nacionales y del extranjero, principalmente España y Portugal.

Las siete imágenes fueron llegando a la Basílica Catedral de Puebla desde sus iglesias de origen: La Virgen de los Dolores, que data del Siglo XVIII, desde la capilla de Santa Teresa del Templo del Carmen; Nuestra Señora de la Soledad, de factura sevillana de finales del siglo XVII, asentada en el convento anexo de las religiosas Carmelitas descalzas.

Asimismo, el Jesús de las Tres Caídas, que se venera en el templo de Analco, que goza de gran popularidad y devoción, ya que la leyenda afirma que cuando estaba siendo tallada, el escultor no permitía ninguna presencia, salvo un ciego. Cuando estaba concluida, el ciego le pidió al maestro tocar el rostro de la imagen, recuperando la vista de inmediato.

Además, el Jesús Nazareno de San José, imagen de finales del siglo XVI y que se encuentra en la parroquia del mismo nombre.

Señor de las Maravillas, la imagen más venerada de la ciudad. Las religiosas agustinas de Santa Mónica la ganaron en una rifa. Una novicia descubrió que durante la noche la imagen era azotada por dos soldados romanos que formaban parte del “paso”. El suceso causó conmoción y dio lugar a la gran veneración. Su nombre proviene de las maravillas que su devoción ha logrado.

El Santo Niño Doctor de los enfermos, escultura de 62 centímetros de altura que se encuentra en la capilla atrás del altar mayor del santuario de Tepeaca y que se convirtió en referente desde 1942 (que no es de madera sino de pasta de arroz), y el Señor Jesús de la Misericordia del templo de la Compañía, bajo la advocación del Espíritu Santo, constituida por la Compañía de Jesús.

Al mediodía comenzó la Procesión desde Catedral, el recorrido será por la 16 de Septiembre, Juan de Palafox, la 2 Sur y la 4 Oriente-Poniente, para finalizar en la 11 Norte-Sur, en la esquina de Guadalupe.

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