
Los cantantes famosos, al menos en Europa y Norteamérica, parecen morir unos cuatro años antes que quienes no alcanzan esa notoriedad y, precisamente la propia fama, podría ser un factor asociado a un mayor riesgo de mortalidad.
Esa es la conclusión de un estudio observacional, es decir que no establece causalidad, encabezado por la Universidad Witten/Herdecke (Alemania), que publica Journal of Epidemiology & Community Health, del grupo BMJ.
“Al comparar cantantes famosos y menos famosos con antecedentes similares, este estudio sugiere que la fama, en sí misma, puede contribuir a un mayor riesgo de mortalidad, más allá de los riesgos asociados con ser músico profesional”, indica el artículo.
Los resultados mostraron que “los cantantes famosos tenían un riesgo de mortalidad un 33 % mayor” en comparación a los menos famosos.
Para la investigación se comparó retrospectivamente el riesgo de muerte de 648 cantantes, la mitad de los cuales habían alcanzado el estatus de celebridad y la otra mitad, no.
La muestra de famosos se extrajo de la base de datos acclaimedmusic.net, y los investigadores eligieron a cantantes activos entre 1950 y 1990 para recopilar suficiente información de seguimiento sobre el riesgo de muerte a finales de diciembre de 2023.
El análisis indica que en promedio los cantantes famosos sobrevivían hasta los 75 años, mientras que los menos famosos lo hacían hasta los 79, destaca la revista.
El equipo considera que “ser famoso parece tan perjudicial que anula cualquier beneficio potencial asociado con un estatus socioeconómico elevado”.
En conjunto, los análisis indican que “el riesgo elevado surge específicamente después de alcanzar la fama”, lo que destaca este factor “como un posible punto de inflexión temporal para los riesgos para la salud, incluida la mortalidad”.
Una explicación de los resultados podría residir en “el estrés psicosocial único que acompaña a la fama, como el intenso escrutinio público, la presión por el rendimiento y la pérdida de privacidad”, escriben los autores.
Esos factores estresantes “pueden alimentar el malestar psicológico y los comportamientos de afrontamiento perjudiciales, lo que convierte la fama en una carga crónica que amplifica el riesgo laboral existente”.
Cada una de las 324 estrellas seleccionadas se emparejó por año de nacimiento, sexo, nacionalidad, etnia, género musical y condición de solista o cantante principal de una banda con sus compañeros menos conocidos.
La mayoría (83,5 %) eran hombres; más de la mitad (61 %) procedían de Norteamérica, y el resto de Europa o el Reino Unido. La mayoría eran blancos (77 %), solo el 19 % negros y el 4 % pertenecían a otras etnias o eran mestizos.
El 65 % hacía rock; el 14 % por el R&B; 9 % pop; 6 % new wave; 4 % trap y 2 % electrónica .
Los investigadores reconocen como limitaciones de su estudio que no era global y se limitaba a cantantes, lo que significa que sus observaciones podrían no ser aplicables a otras regiones del mundo o a otros ámbitos de la fama, como la actuación o el deporte.