Cientos de miles de rohinyás malviven en Bangladés mientras empeora la guerra en Birmania

Cientos De Miles De Rohinyás Malviven En Bangladés Mientras Empeora La Guerra En Birmania

Cientos de miles de rohinyás continúan en campos de refugiados de Bangladés ocho años después de que el Ejército de Birmania lanzara una campaña contra la minoría que motivó su huida en masa al país vecino, mientras el conflicto se agrava en el estado birmano del que proceden.

El 25 de agosto de 2017, un grupo de militantes del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA), calificado de “terrorista” por las autoridades birmanas -que no reconocen a la minoría musulmana rohinyá como ciudadanos del país, calificándolos de inmigrantes ilegales bengalíes-, atacó varios puestos policiales en el estado Rakáin (antiguo Arakan), en el oeste de Birmania.

El Ejército de Birmania, de mayoría budista, lanzó en respuesta una masiva campaña de ataques contra los rohinyá que incluyó la quema de sus viviendas, asesinatos y violaciones, según relataron entonces víctimas y documentaron ONG, provocando la huida de más de 700.000 miembros de esta minoría al vecino y musulmán Bangladés.

“Ha pasado mucho tiempo, así que queremos volver a nuestro país tan pronto como sea posible para continuar con nuestra vida en paz y en libertad”, dijo a EFE la joven refugiada Jaitun Ara desde Cox’s Bazar, en Bangladés, donde están los campos de refugiados que los acogen.

No obstante, la situación en Birmania (Myanmar) está lejos de pacificarse. Casi cinco años después del golpe militar de febrero de 2021, el conflicto civil de décadas en el país se ha agudizado, con guerrillas prodemocráticas sumándose a milicias de minorías étnicas que combaten a las fuerzas armadas (el Tatmadaw).

La ONU ha alertado en los pasados meses de que la intensificación del conflicto birmano desde el golpe, que puso fin a una década de transición democrática, afecta con especial crudeza a Rakáin, donde los militares se enfrentan al Ejército Arakán (AA, por sus siglas en inglés).

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU advirtió este mes del “dramático aumento de la hambruna” en Rakáin, donde viven alrededor de un millón de rohinyás.

Doble tragedia

“No quiero volver a Birmania… Aún hay violencia, violaciones, el AA lucha contra el Ejército (birmano)”, dice por mensaje a EFE Mohammed, refugiado en Cox’s Bazar.

Bangladés acoge a más de un millón de refugiados rohinyás huidos del país vecino, entre ellos los más de 700.000 que escaparon de una campaña militar que la ONU calificó de limpieza étnica y posible genocidio. Otros cientos de miles se refugiaron allí en episodios previos de acoso militar.

La situación en los masivos campos de refugiados de Bangladés no es mucho más próspera que en Rakáin. Los refugiados lamentan el hacinamiento y la falta de infraestructura, lo que les deja vulnerables ante inundaciones y aludes, así como la falta de comida y educación y episodios de “violencia”, dice Mohammed.

Bangladés mientras afirma estar al límite. El jefe del Gobierno interino bangladesí, Muhammad Yunus, dijo este lunes de visita a Cox’s Bazar que su país no prevé poder movilizar más recursos internos para afrontar la crisis de los rohinyá “ante los numerosos desafíos que enfrentamos”.

En Cox’s Bazar refugiados participaron hoy en una vigilia en memoria de lo ocurrido hace ocho años, y por “la violencia que cada día tiene lugar en Birmania”, dice Mohammed a EFE.

Por primera vez desde 2017, las autoridades birmanas proporcionaron el pasado abril a Bangladés una lista con 180.000 refugiados rohinyás “elegibles” para regresar al país.

“En estos ocho años siempre hemos tenido la esperanza de regresar, pero esperamos que en un momento mejor… Cuando podamos empezar nuestras vidas con la seguridad y dignidad que otras personas tienen”, dijo hoy a EFE Abdullah desde Cox’s Bazar.

Los rohinya que continúan en Rakáin “siguen enfrentándose a graves riesgos y persecución (militar)”, apunta hoy un comunicado conjunto de 58 ONG, entre ellas Amnistía Internacional (AI) y Burma Campaign UK, que denuncia que, ocho años después, “nadie en Birmania ha pagado por los crímenes cometidos contra los rohinyá”.

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