Dicen que los reporteros corren rápido

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En 1985 Martin Gutiérrez Salvatori arrancó el maratón en La Voz de Puebla y El Sol de Puebla, pasando por diversos medios como Radiorama y esta, su casa editorial, El Heraldo de Puebla.

“Anécdotas chorro cientos mil, era impresionante el reparto de poderes y contrapesos como la BUAP y la 28 de Octubre que ocupaba predios y casonas en el Centro Histórico, controlaban todo”.

No me gustaba ser corresponsal de guerra, no tuve enfrentamientos, dice Martin Gutiérrez, quién se define institucional.

Testigo de 3 transiciones partidistas, vio lo mismo el parteaguas de inicio de milenio con el fin de hegemonía priísta, que la llegada de la 4T, el surgimiento y extinción de la guerrilla zapatista, así como una serie de congresos universitarios con eminencias de las que siempre se aprende algo.

Sugiere a las nuevas generaciones ser menos superficiales, ligeros y de moda, especializarse, no solo ir por la inmediatez y por lo fácil.

Un hecho que lo marco fue el reportaje de una joven madre con tres hijos, abandonada por su esposo, a tres casas del Centro Histórico de Puebla, que inmersa en su miseria una noche les da de cenar unas quesadillas con veneno para que dejarán de sufrir. Ellos fallecieron, ella fue a dar al penal. Un caso de “vida cotidiana” que marcó su vida.

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