Hace unos días le pregunté a los asistentes a una conferencia ¿Cómo será la transición al post populismo en el mundo? ¿El cambio será pacífico y por la vía democrática? ¿Habrá guerras civiles? ¿Será necesaria una guerra mundial que purgue a esos liderazgos como ocurrió en el siglo XX?
Las preguntas son difíciles de responder. Sin embargo, existen razones para anticipar una larga estadía en el poder de liderazgos políticos de corte populista. Incluso, cuando un líder populista sea removido, lo más probable es que lo sustituya otro con el mismo estilo político.
Repasemos rápidamente qué es el populismo y cómo son los líderes populistas.
Populismo es el pueblo constituido como actor político. Normalmente el pueblo es una masa amorfa de personas que habita en un territorio, pero no es una identidad frente a algo o a alguien. La retórica del líder populista constituye al pueblo como actor político al identificar a su enemigo y movilizarlo en su contra. Hay populismos de izquierda, de derecha y ahora hasta libertarios. La lista puede aumentar.
Los líderes que adoptan estrategias populistas comparten rasgos que los identifican con un mismo estilo de hacer política:
¿Por qué es que estos líderes alcanzaron el poder en tantos países al mismo tiempo? Porque el patrón cultural que impone la posmodernidad facilita la ruptura de antiguos límites que existían en la modernidad. La sociedad del siglo XXI carece de referentes históricos, la conciencia histórica dura lo mismo que una historia de Instagram. Los jóvenes de hoy no rechazan al autoritarismo por la simple razón de que no valoran sus libertades (están acostumbrados a ellas y creen que siempre han existido), ignoran el riesgo que corren al empoderar a esos líderes. La gente es fácil de seducir por los discursos cargados de una retórica irreverente que polariza.
La permanencia de líderes populistas en el mundo está garantizada no porque existan más liderazgos de este tipo, sino porque la sociedad los prefiere. El fenómeno se explica por el lado de la demanda, no de la oferta.
Te pregunto ¿Será más fácil que el régimen cuatroteísta sea derrotado por un líder político que se parezca a Ernesto Zedillo o por uno parecido a Javier Milei? ¿Ese liderazgo emergente y disruptivo podrá surgir desde el PRI o el PAN? Lo discutimos en la próxima entrega.
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