El streaming y todas las aplicaciones de contenido por suscripción llegaron para convertirse en una solución fácil para saciar nuestra hambre de consumir entretenimiento de forma rápida y a un costo accesible. Sembrado el terreno por las redes sociales y el contenido multimedia, era solo cuestión de tiempo para que las nuevas generaciones (y no tanto), encontraran en internet una forma de escape mediante el consumo de películas, series, música y todo lo que uno habitúa, pero sin tener que pasar por ese tiempo de espera que solíamos vivir años atrás; como la transmisión de una nueva temporada en televisión, la llegada a nuestro país de cierto filme (que hoy por hoy hasta se estrenan en la cartelera de cine un día antes que en otros países) o la llegada de un CD a tiendas para su adquisición. Y con todo esto, parece que el público cada día se vuelve más exigente con lo que consume y lejos estamos de esos años donde se nos imponía lo que debías ver y escuchar pero, ¿en verdad somos exigentes con el contenido que deseamos o solo somos demandantes de cuánto y cuándo lo deseamos?
En tiempos de respuestas rápidas, de inmediatez absoluta y de esperas nulas, la rapidez y alta demanda por consumir contenido también ha elevado la variedad de ofertas y producciones que se tienen, que van no solo a nivel Hollywood y Europa, sino a la relevancia y la competencia de Latinoamérica (a mayor o menor medida) para crear y exportar producciones, para mantenerse en la jugada, tratar de asegurar un futuro en la “Era ya no tan Dorada del Streaming”. ¿Es este contenido hecho fuera de los canales convencionales, por ejemplo en México, garantía de calidad? ¿Estamos en una era de mayor exigencia en lo que vemos?
La respuesta a mi parecer ha variado con el tiempo y parece una montaña rusa. Si, cuando hace ya unos 10 años (aunque usted no lo crea), plataformas como `Netflix´ o `Claro vídeo´ empezaron a tomar popularidad entre las “generaciones jóvenes” fueron un modelo que se destacaba justo por eso, por apostar al valor del contenido sin interés como patrocinios o llenar tiempos específicos de por medio; por dar libertad a sus creadores de narrar lo que quisieran, en los tiempos que quisieran, en el formato y al ritmo que desearan. Algo como lo que HBO ha hecho, puesto que la entrada de dinero viene de los suscriptores y no de los anunciantes. También dio oportunidad claro, como era de esperar y debía ser, a nuevas voces y caras de contar estas historias; de crear a nuevas leyendas del entretenimiento, lo cual sigue haciendo.
El elenco de “Euphoria (HBO)” por ejemplo, no sería lo que es de no participar en una de las series más relevantes a nivel historia y visual de los últimos años; y con este, tenemos un claro ejemplo de esos muchos casos de éxito, de proyectos que propusieron, que fueron más allá en su narrativa . Pero como todo por servir se acaba o solo se transforma, la gallina de los huevos de oro no iba ser tan exclusiva para siempre, y nos encontramos hoy por hoy saturados en un mar de de ofertas y propuestas muchas veces (todas) hechas en tiempo exprés; con propuestas vacías o apostando a la nostalgia desgastada, como transacciones de una empresa que deben hacerse porque sí. El mayor ejemplo lo vimos con la compra de Warner por parte de Grupo Discovery que derivó en la fusión de sus plataformas el año pasado y el recorte de montones de trabajos ya realizados, proyectos de calidad en desarrollo por una estrategia de números sin importar el público final que lo esperaba. Y ni hablemos de como justo tenemos plataformas nuevas y fusiones y aumentos de precio cada mes, esto ya parece un mercado sin orden donde no sabes si la serie por la que te suscribiste va a amanecer en tu app aún o en la de otra corporación que la compró porque a la tuya ya no le daba tanto dinero tenerla ¿No era eso justo parte de todo contra lo que se iba?
Es un hecho que la llegada de plataformas y medios digitales nos ha traído grandes beneficios como el acceder a propuestas hechas por personas que antes hubiera sido un sueño que tuvieran un chance en una gran corporación, ha permitido conectar y crear lazos con creadores pequeños que tienen calidad en lo que hacen y quizá poco apoyo; de todo eso no hay duda y es algo de agradecerse, pero últimamente vivimos nadando como público en un mar de ofertas y propuestas que uno ya no sabe por dónde empezar; y reitero, esa inmediatez que tenemos de acceder y tener la posibilidad de ver tanto, nos hace más demandantes de querer más y más. Por ello mi pregunta del inicio: ¿En verdad somos más demandantes en la calidad del contenido que vemos hoy en día, o solo hemos perdido la tolerancia a la espera?
DATOS DE IMAGEN: Serie Euphoria, Foto HBO