La decisión de mantener a Olga Romero Garci-Crespo al frente de Morena en Puebla refleja una realidad:
Se optó por dar estabilidad al partido más importante del momento.
Es el partido que seguirá gobernando el estado, mantiene el control del congreso y rige la mayoría de los ayuntamientos.
Morena tiene la presidencia de la República y domina en el legislativo federal, además de emprender una renovación total en el poder judicial federal, que el próximo año comenzará a ajustar en los estados.
Morena tiene el reto de mantener una estructura socialmente pertinente y políticamente eficaz.
Morena debe evitar los problemas que causaron la debacle del PRI, como la simulación y la corrupción.
Y Olga Romero se caracteriza por estar al margen de esas dos debilidades. Garantiza buena operación electoral y diálogo con todos los grupos políticos.
El gobernador electo, Alejandro Armenta, sabe que con Olga Romero tiene controlado el partido; y al no poder ocupar la dirección general de Carreteras de Cuota, también acertó Armenta al pedirle a Norma Layón tomar las riendas de una de las dependencias más relevantes y complicadas del gabinete.
Finalmente, otro reto de Morena es que sus gobiernos municipales sean eficaces. Que en poco tiempo den resultados. Que pueda verse el cambio con respecto de sus antecesores. Si lo logran, abonarán a una curva más larga del bono democrático. Básicamente, es lo que los economistas llaman la “esperanza de recompensa”, que debe reducir el costo y aumentar la satisfacción de la demanda.
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