En la lucha feminista, los colores han adquirido un significado simbólico profundo, siendo el rosa, el verde y el morado los tonos más emblemáticos utilizados por las mujeres para representar su movimiento.
Estos colores no solo adornan pancartas y banderas cada 8M, sino que también transmiten mensajes poderosos sobre los valores y objetivos del feminismo.
El color morado se ha convertido en un símbolo central del feminismo debido a su asociación histórica con la lucha por los derechos de las mujeres. Esta elección de color se remonta a la primera ola del feminismo en el siglo XIX, cuando las sufragistas adoptaron el morado como parte de su identidad visual.
Se cree que Emmeline Pethick, quien nació en 1867 eligió el violeta o morado porque es el que representa a los soberanos y representan la sangre que corre por las venas de cada mujer que luchó por el derecho al voto, además que significa la libertad y dignidad.
El color verde ha sido adoptado por el movimiento feminista en varios contextos, pero su uso más prominente está relacionado con la lucha por los derechos reproductivos y la salud de las mujeres.
En muchos países, el verde simboliza la esperanza y la renovación, lo que refleja la lucha continua por el acceso a la atención médica integral, incluido el derecho al aborto seguro y legal.
El color rosa, a menudo asociado con la feminidad y la suavidad, ha sido reinterpretado por el feminismo como una afirmación del poder y la solidaridad entre las mujeres.
Aunque tradicionalmente se ha utilizado para perpetuar estereotipos de género, el movimiento feminista ha reclamado el rosa como un símbolo para pedir un alto a los feminicidios y pedir justicia en los casos de violencia de género.
Además, algunas colectivas lo han adoptado como símbolo de apoyo a la comunidad trans, ya que en su bandera está presente este tono.
Crédito: Excelsior