Resistir a veces es lo que toca. Así pasa en la historia de las naciones cuando son invadidas por agentes externos o internos que atentan en contra del orden establecido. Europa resistió a Hitler y a Musolini en la segunda guerra mundial, luego resistió a Stalin en el periodo de la guerra fría. La última resistencia es la de Ucrania ante la infame invasión del ejército ruso de Putin.
El papel de la resistencia tiene algo de heroico y de poético ¿Cuántas películas y novelas han tratado sobre este tema? Una de las sagas más exitosas es la Guerra de las Galaxias. El guión trata de la historia de la resistencia al poder del emperador Palpatin, quién valiéndose de mentiras se hizo del poder para destruir la democracia (suprimir las libertades ciudadanas), matar a casi todos los jedi (símbolo de la conciencia) y suprimir al senado de la galaxia (destruir las instituciones). Contrario a lo que aparentan, los guiones de ciencia ficción muchas veces cuentan historias recurrentes en la vida real.
Quienes resisten suelen ser un puñado de personas conscientes que se aferran a sus convicciones, de ahí surgen el valor y la voluntad para enfrentar al agente destructor del orden. Es precisamente la convicción de la existencia de un bien mayor lo que les impulsa a resistir.
La resistencia a veces une en un frente único a las distintas fuerzas. En España y en Chile por ejemplo, se unieron los partidos de izquierda y de derecha para transitar hacia la democracia después de los regímenes autoritarios de Franco y Pinochet.
En México ocurre lo mismo en este preciso momento. Solo que millones aun no se han dado cuenta de la trascendencia de este hecho simbólico e histórico. La mayoría de los mexicanos creen la versión proveniente del régimen que impone una narrativa de los hechos que casi nunca coincide con la realidad. La propaganda del gobierno federal tiene como uno de sus propósitos el mantener distorsionada la percepción social. Los que ya “desbloqueamos el nivel” del pensamiento libre (como se dice en los videojuegos), somos alérgicos a la propaganda mañanera.
Otro grupo de mexicanos, inconscientes de la necesidad de resistir, siguen esperando el surgimiento de un caudillo que se oponga al régimen cuatrotero. La realidad es que la resistencia existe y ha unido a izquierdas y derechas en contra del autoritarismo carismático de López Obrador.
La clave de la elección del 2024 está en la capacidad de la oposición de construir una candidatura que represente a la resistencia nacional. Tendrá una oportunidad de ganar las elecciones si esa candidatura logra convertirse en símbolo de los que resistimos al autoritarismo, la mediocridad, la militarización, las mentiras, la propaganda manipuladora, la confrontación social, la corrupción y la destrucción institucional que todos los días promueve este régimen. Los que resistimos también aspiramos a prosperar y a que nuestros hijos vivan en un país ordenado, seguro, equitativo y justo.
Existe un requisito para lograr el propósito de representar a los ciudadanos libres de México. La oposición no debe creer que por esa sola condición en automático van a obtener los millones de votos necesarios para ganar. Tienen que nombrar al candidato o candidata a la Presidencia de la República lejos de los procedimientos partidistas tradicionales, eso significa que la nominación debe incluir más sociedad y menos partidos políticos. Si ocurre lo contrario, entonces esa candidatura será percibida como el resultado de un arreglo entre los corruptos de antes que quieren restaurar los privilegios de antes.
El procedimiento de selección de esa candidatura es la oportunidad que tiene la oposición de mostrar un cambio en las formas que anticipe una mejoría para el país, real y significativa. Si así lo logra la oposición, importará menos quien sea el candidato o candidata, ya que estará revestido de una cualidad simbólica muy importante: representará a la resistencia nacional.
Claro que estamos hablando de legitimidad. Y claro que los mexicanos nos merecemos una oferta política cualitativamente mejor, que represente los anhelos de millones de ciudadanos libres y al mismo tiempo, demuestre que los partidos tradicionales aprendieron la lección y están dispuestos a corregir.
Sin importar lo que digan las encuestas en este momento, las elecciones del 2024 no están definidas y el oficialismo no tiene asegurada la Presidencia de la República. Recordemos lo que pasaba en el 2020, todas las encuestas marcaban una clara victoria de Morena y sus aliados, pero las elecciones del siguiente año le dieron el triunfo a la oposición por diferencia de casi 2 millones de votos.
¿De dónde salieron esos votos que las encuestas no medían? Pues de la resistencia que persiste en la sociedad mexicana. Fue la misma sociedad que empoderó a López Obrador y lo llevó a la Presidencia de la República en 2018, la que hoy está atrincherada en espera del momento para manifestarse.
Hay que observar el proceso político desde la perspectiva de los ciudadanos y no desde la de los políticos profesionales. La sociedad mexicana votó en 2018 por un cambio porque estaba en busca de alternativas ante lo que consideró un sistema corrupto. Lo que obtuvo del gobierno que eligió la decepcionó, por eso trató de enmendar el rumbo en 2021. Esa sociedad existe, respira y actúa, está ahí en espera de una candidatura que lidere la resistencia ante lo que sabe, es un régimen autoritario y dañino para el país, muy diferente al que le prometieron.
Todo es cosa de que la candidatura opositora nazca con la legitimidad necesaria para convocar y representar a la resistencia nacional.
Ilustración: Alejandro Medina