
Son poblanos que vivieron y se desarrollaron a golpe de inteligencia, de fértil iniciativa con la que crearon y fortalecieron una cultura poblana universal “que tienen su propia orbita nacional” admirable y ejemplar.
“Era costumbre que el viernes santo, anualmente, cada gremio de artesanos y profesionales sacara en la procesión pública su ÁNGEL revertido a sus expensas con objetos atributos del oficio o profesión y, como era natural, los pintores entraban también en esa costumbre que más bien era ya una obligación”.
Esto lo relata el poblano Francisco J. Cabrera en su libro PUEBLA Y LOS POBLANOS en done incluye la visión sobre este tema de Guillermo Prieto como consecuencia de sus visitas a Puebla.
Los comentarios de Guillermo Prieto sobre el academismo poblano, nos señala que: La Academia de Bellas Artes de Puebla (1813) nació bajo el signo del Clasicismo imperante. Sus primeros exponentes, Lorenzo Zendejas, Salvador del Huerto, José Manzo y Julián Ordoñez con magnifica capacidad intelectual.
Manzo, arquitecto, dibujante y grabador, queda incluido entre los pintores, porque ninguna de las artes plásticas le era ajena. Su pintura es, sin embargo, muy inferior a sus realizaciones en el diseño artístico que su profesionalismo dominaba. Lorenzo Zendejas (1771-1840) marca el sesgo decadente de la escuela mexicana que ya se observa en la obra de su padre, Miguel Zendejas (1750-1815).A Salvador del Huerto se le recuerda por su taller más que por su obra personal. La enseñanza absorbió lo mejor de su vida, con
la peculiaridad frecuente entre los profesores de su tiempo de poder transmitir al alumnado la aplicación de los principio del arte.
Era tal la pobreza del gremio de los pintores que el año de 1819 elevaron solidariamente una petición al ayuntamiento de la ciudad para que se eximiera a su corporación de “sacar el ángel” y, por consiguiente, de pagar la contribución que tal costumbre traía consigo, haciendo alusión a la decadencia visible en que su arte se encontraba.
De Ordóñez se conoce un cuadro que representa “El antiguo Teatro Principal de Puebla y la plazoleta que le antecede, inundada por un fuerte aguacero como solía suceder, al grado de que un cargador lleva a cuestas a una señora para pasarla de una acera a otra. La perspectiva es bastante buena, pero el colorido pobre; tiene, sin embargo, mucho sabor regional”. No parece aventurado suponer que Ordóñez haya despertado en Arrieta, artista novel, la simpatía por lo popular.
Por lo demás, debe reconocerse a Ordóñez una fértil inventiva en el campo del diseño que produjo su famoso Monumento (eucarístico) conocido como perspectiva, para solemnizar la festividad del Jueves Santo en la Catedral.
Del pintor poblano Francisco Morales Van den Eyden dijo Guillermo Prieto que fue el más fecundo de los pintores neoclasismo que seguirá la escuela de Murillo.
En esa época el neo clasismo abría dos caminos al pintor, el de la mitología pagana y el del santo al católico. Una tercera opción solía presentarse en el retrato. Morales se distinguió en las tres bases, su gran producción pictórica está distribuida en coleccionistas poblanos, capitalinos y extranjeros.
Guillermo Prieto que en 1849 conoce a Arrieta dice de el: En la pintura poblana entró de rondón como asunto favorito de su paleta ubérrima y la suntuosidad de su materia plástica. El pintor predestinado para glorificar su estampa fue Arrieta, artista de la vida popular, gran acopiador de piezas familiares del hogar doméstico poblano con que armaba candorosamente sus alacenas y mesas revueltas. Insuperable bodegonista, si por ello ha de entenderse inspiración y habilidad para expresar las cosas frutos, manjares, trastos como imagen del modus vivendi de su dueño y del grupo social a que éste pertenece.
Había que anotar al Obispo poblano Antonio Joaquín Pérez Martínez como promotor y coleccionista de las obras mencionadas y quien en la última fase de la lucha armada en México se adhirió contundentemente a la última fase de la lucha armada por razón de la independencia y cuya acta firmo en calidad de miembro de la Regencia del Imperio.
Es de reconocer la labor de Francisco J. Cabrera a favor de nuestra historia con su libro PUEBLA Y LOS POBLANOS.