
Un pueblo que no recuerda su historia es un pueblo sin voz.
La historia de los pueblos podía definirse como la biografía del hombre en lucha por la afirmación de su libertad.
Debemos valorar cada etapa del proceso histórico de nuestro país para compenetrarnos de la existencia de nuestras Instituciones Jurídicas.
Cuando conmemoramos el inicio de la Revolución Mexicana lo tenemos que vincular con la historia grandiosa que la precedió.
Así la obra del Constituyente de 1856-1857 marcó un avance fundamental en nuestra patria y a la vez creó alguna de las bases en las que se sustentó el movimiento armado de 1917.
Al propósito previamente recuerdo que algún abuelo que había vivido de joven todo el acontecer del movimiento social denominado Revolución Mexicana, a la hora de tomar alimentos mañana, tarde y noche, platicaba con emoción de las batallas bélicas y parlamentarias que se desarrollaron y de sus participantes en el Congreso Federal.
Los relatos vibrantes de lo anterior y después de las emocionantes pláticas tal parecía que el “mantel quedaba impregnado del pólvora”.
El abuelo emocionado platicaba que tenía un trabajo muy modesto en la Cámara de Diputados, por lo que vivió el desarrollo del proceso de aprobación de la Constitución Política.
Relataba “santo y seña” sobre sus participantes y recordaba algunos nombres de los 18 diputados que representaron al Estado de Puebla como Froilán C. Manjarrez, David Pastrana Jaimes, Pastor Rouaex, Porfirio del Castillo, Gilberto Bosques entre otros muy destacados.
Ello nos hace reconocer el origen de nuestra Ley Suprema, en cuyo contenido se basa el desarrollo y progreso de nuestro país, destaca en el proceso Revolucionario el “Plan de San Luis Potosí” de Francisco I Madero de octubre de 1910, que estableció el principio de No Reelección en esta etapa participa La Ciudad de Puebla con la Familia Serdán, la que respondió al llamado de Madero para iniciar la Revolución; y ofrecieron su vida al ideario revolucionario y cumpliendo su compromiso de servir a la lucha por la democracia.
Así mismo hay que valorar los mensajes a la población de Venustiano Carranza en su campaña política para ser electo Presidente de México.
En Hermosillo Sonora el 24 de septiembre de 1913 dijo: “pero sepa el pueblo de México que terminaba la lucha armada a que convocó el Plan de Guadalupe tendría que principal formidable y majestuosa la lucha social, la lucha de clases queramos o no queramos nosotros mismos”.
“Las nuevas ideas tendrán que imponerse en nuestras metas, y no solo es repartir tierras y las riquezas nacionales, es algo más grande y sagrado: es establecer la justicia, es buscar la igualdad”.
A Venustiano Carranza se le reconoce por su pensamiento humano, sabio, sobrio y austero, pero justo, y real, atinado que se reflejó en uno de los momentos más dramáticos de la Historia Mexicana.
Pensamiento que está plasmada en nuestra Constitución vigente y que transformó radicalmente estructuras inoperantes del pasado.
Reconocemos, que la Revolución de 1910 nos entregó ese legado jurídico en el que México se apoya para sus nuevos caminos; Es una Constitución Viva.
En su evolución estableció la vigencia de los Derechos Sociales, que obligan al gobierno a crear los mecanismos para que las clases sociales desprotegidos tengan acceso y disfruten de la vivienda, la alimentación, la educación, de los sistemas de salud entre otros grandes beneficios. Ello es producto de los hombres que generaron su Revolución.
Se fortalecieron los Derechos de los hombres y mujeres que integran los grupos humanos denominados Pueblos Originarios.
Compenetrémonos en el articulado de la Constitución, para valorar a los hombres y mujeres que participaron en la Revolución Mexicana.