Los adioses

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Nunca estamos realmente listos para decirle adiós a algo, a esa etapa en nuestra vida, a ese trabajo, a ese amigo, incluso a nuestro show de tv favorito y es curioso pero real que la despedida a un personaje o actor que lo interpretó es bastante difícil aun cuando en realidad nunca lo conocimos; solo nos vivimos a través de este, con una idea de lo que es, de lo que podría ser. ¿Por qué está situación puede dolernos tanto? Quizá a diferencia de lo que ocurre con las personas de nuestra vida real y con las cuales, nuestras interacciones no son solo blanco o negro; aquí si tenemos una sentencia basada en bueno o malo, sin puntos intermedios, lo tomas o lo dejas, sin zona gris.

Esta reflexión viene a mí con el deceso, como muchos ya lo deben saber para el día de hoy, de Shannen Doherty en días pasados; quien fuera un importante referente para una generación con su icónico personaje en la serie de adolescentes de los 90 por excelencia “Berverly Hills 90210”, donde daría vida a la terca y rebelde Brenda Walsh. Aunque años más tarde volvería a sorprendernos y quedarse en el corazón de muchos nuevamente (me incluyo entre ellos), encarnando ahora a una de las Hermanas Halliwell en la famosa seria de Brujas “Charmed (1998-2006)”. Este acontecimiento, al igual que la partida de Matthew Perry (Friends) el año pasado, me hace cuestionarme el motivo por el que su partida puede pesar tanto en nosotros aun cuando no son grandes referentes de la industria del cine, y creo que es más bien que su presencia en nuestro día a día es un poco más íntima y duradera que la de las estrellas más importantes del medio.

Actores como ellos viven en nosotros por sus personajes, por lo que significaron para nosotros; por lo que vivimos con ellos a través de los años, muchas veces creciendo a la par. Algo así como un amigo imaginario o por correspondencia, del cual no podemos ser parte en su vida diaria, pero compartimos  sus vivencias y vemos las nuestras a través de ellos. Es esa sutil, pero muy intima conexión que establecemos con esa persona la que hace más sensible su partida, sea real y ficticia; porque al igual que el adiós a un verdadero amigo, implica el darle una parte de nosotros, de nuestro corazón y saber que hay un espacio de tiempo que en algún momento dejan de ocupar en nuestra vida, quedando solo los recuerdos de los grandes momentos que tuvimos.

No se sientan avergonzados si un día les duele la partida de alguien que solo conocieron por sus personajes, por lo que les hizo soñar y vivir; esos pequeños detalles le dan algo de chispa a nuestra complicada existencia y al sobrevivir de nuestra rutina, son alientos que nos dan fuerza o una sonrisa para continuar con el día y con la semana, acompañados aun a lo lejos.

Adiós viejo amigo, gracias por todo lo que dejas en mí, los recuerdos, el cariño y las experiencias reales o no, nos unen y hacen el camino de vida un poco más feliz.

POR ANGEL SARMIENTO

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